Dicen que cuando la sagrada familia huyó a Egipto con María llevando en sus brazos al niño Jesús, las flores del camino se iban abriendo a medida que pasaban por ellas. El Lila alzó sus ramas orgullosos y emplumados, el lirio abrió su cáliz.
El Romero sin pétalos ni belleza, entristeció lamentando no poder complacer al niño. Cansada, María se detuvo al borde del río y mientras el niño dormía, lavó su ropa pequeña.